Para poner en el centro de interés a las personas tenemos que trabajar con y desde ellas. A estas formas de trabajo las hemos llamado ilusionismo social. Este surge de la mezcla de las teorías de participación y las culturas populares en los tiempos y espacios cotidianos; moviéndonos desde la seguridad de lo posible (los límites que nos ponen y nos ponemos en nuestra vida) hacia la esperanza de lo imposible (lo que deseamos y nos parece que no se puede alcanzar), mediante la autogestión de la vida cotidiana que nos hace alcanzar esos imposibles. Sin poder separar el pensar y el sentir, la acción y el conocimiento.